domingo, 9 de octubre de 2011

Oficina de turismo





Como en todo, no hay que generalizar, hay turistas y turistas; hay personas y personas; y también hay chusma. Algun@s parecen recién salidos del fondo de un bosque después de haberles cambiado el taparrabos y el hacha de piedra tallada por pantalones cortos, sandalias y gorra. La cámara de fotos es atrezo, en realidad no saben utilizarla, sólo disimulan deslumbrándote con el flash; es una maniobra de distracción para luego acribillarte a preguntas en otro idioma e indignarse cuando no hablas su lengua. Pero la última vez que lo comprobé estaba en España... y en España... ¡Hablamos español! Además, los indignados suelen ser, como siempre, los que menos motivos tienen para quejarse, porque la mayoría tampoco hablan inglés, así que las posibilidades de comunicación y entendimiento se reducen a señas. Y para los que hablan español y quieren saber hasta el número de piedras que tiene la ciudad, tres palabras: OFICINA DE TURISMO.

Por no hablar de las hordas de turistas de autobús y merendero —o césped en su defecto— que utilizan la ciudad como macropapelera...

¿Y esa habilidad para colarse en cualquier parte ignorando puertas cerradas o carteles prohibiendo el paso? Yo creo que es algo como cuando He-Man empuñaba su espada mágica y decía: «¡Por el poder de Grayscull! ¡Yo tengo el poder!». Pero sustituyendo espada por mapa de la ciudad. Aunque tiene que ser algo endémico, porque a mí no me sucede cuando cojo un mapa... Se habrán deslumbrado con el flash de la cámara y no ven la puerta o el cartel...

Y si vives en una ciudad de peregrinación y, para rematar, trabajas en el punto culminante del camino... Huye. Y si no puedes huir, escóndete; aprovecha que los lugares concurridos forman parte de las costumbres predatorias del guiri común y camúflate con la multitud. Y si te ven... ¡utiliza los dientes! Aunque la mejor parte llega cuando, embriagados por la fe, pierden las formas, la educación —los que la tienen— y la razón, e involucionan y mutan hacia el espécimen transicional entre el humano actual y sus antepasados los simios. Si llegan después de la hora de cierre, es evidente que no pueden pasar por muchos kilómetros que hayan recorrido con la mochila llena de fe y por muchos saludos que le envíen a mi familia.

—¡Arderéis en el infierno! —dicen, entre otras lindezas. Bueno, si es así, espero que haya WiFi...


1 comentario:

Any_Porter dijo...

Ay, cómo afecta vivir en Guirilandia, digooooo, en Santiago... xD